En el Perú asumió el poder el Presidente del Consejo de Estado (vicepresidente) Manuel Menéndez (1841-1842), quien celebró la paz con Bolivia (7 de junio de 1842). Pero se desató la anarquía en la república, sucediéndose en el poder, tras sendos golpes de Estado, los generales Juan Crisóstomo Torrico, Francisco de Vidal y Manuel Ignacio de Vivanco. Este último se proclamó como Supremo Director de la República y su gobierno se denominó el Directorio (1843-1844). Vivanco representaba al sector más rígido del conservadurismo peruano, pero su inicial popularidad empezó a declinar.82 Los generales Domingo Nieto y Ramón Castilla, se alzaron en Tacna, invocando la restauración de la constitucionalidad. Esta revolución constitucional triunfó finalmente en la batalla de Carmen Alto (22 de julio de 1844) y restituyó al Presidente del Consejo de Estado Manuel Menéndez (1844-1845), que convocó a las elecciones presidenciales.8
La sociedad virreinal era conservadora y clasista. Los hijos de españoles nacidos en América (los criollos) tenían en un principio menor estatus que los propios españoles, y estaban impedidos de acceder a los más altos cargos. Debajo de ellos, en la escala social, estaban los indígenas y los mestizos. Sólo los curacas andinos conservaron parte de sus antiguos privilegios y merecieron instituciones especiales como escuelas para hijos de nobles. Se importaron esclavos de África ecuatorial y fueron colocados en el último escalón de la sociedad.
Algunas instituciones incas fueron mantenidas pero corrompidas en perjuicio de la población andina. La mita, por ejemplo, se usó de excusa para el reclutamiento sin retribución de personal para el trabajo en las minas y las haciendas. Pero no fueron los únicos problemas de los andinos: Durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo (1569-1581) se hizo reorganizaciones forzosas de las comunidades andinas en pueblos llamados reducciones de indios. Además la religión católica fue impuesta a la población andina en medio de una agresiva evangelización caracterizada por la destrucción sistemática de santuarios y símbolos religiosos (Extirpación de idolatrías).
El mercantilismo imperaba y el libre comercio no fue permitido sino hasta mediados del siglo XVIII, lo que no impidió la existencia del contrabando de manera abundante. El centro comercial por excelencia era la aduana del Callao, puerto de Lima, desde donde se enviaba a España (vía Panamá) la plata extraída de las minas de plata de Potosí. De hecho fue la extracción de metales la actividad económica más lucrativa de la economía colonial pero fueron importantes también la agricultura (en grandes heredades controladas por ricas familias y órdenes religiosas) y la industria textil (obrajes).
Desde los tiempos de los conquistadores se fundaron nuevas ciudades algunas de las cuales alcanzaron un gran esplendor registrado en la riqueza de sus templos, como Arequipa, Huamanga (Ayacucho), Huancavelica, Trujillo, Zaña y las refundadas ciudades incas de Cuzco y Cajamarca.

Conquista del Perú (1532-1572)
El 16 de noviembre de 1532, el triunfador de la guerra de sucesión incaica, Atahualpa, se encontró con los españoles en la plaza de Cajamarca. Pizarro le había invitado para entrevistarse con él, pero ello no era sino un argucia para tenderle una emboscada.17Atahualpa todavía no se había coronado como Inca, hallándose precisamente en camino al Cuzco, donde planeaba ceñirse la mascapaicha o borla imperial. Previamente, había ordenado la matanza de los nobles u orejones cuzqueños afines a Huáscar, tarea que cumplieron sus generales quiteños Rumiñahui, Challcuchimac y Quisquis.18
Los españoles, con ayuda de los grupos étnicos opuestos a la dominación cusqueña o simplemente opuestos a que Atahualpa fuera el gobernante en lugar de Huáscar, se apostaron de manera estratégica por toda la plaza de Cajamarca. Así, entró Atahualpa, llevado en andas, seguido por el curaca de Chincha, también en andas debido a su importante condición como aliado del imperio, con su enorme séquito y algunos guerreros, mientras que el grueso del ejército se quedó en las afueras de la ciudad. El sacerdote dominico Vicente de Valverde fue el portavoz de los españoles, que demandaron al Inca que se sometiera a la voluntad del Rey de España y se convirtiera al cristianismo, siguiendo la fórmula del Requerimiento. El diálogo que siguió ha sido narrado de forma diferente por los testigos. Según algunos cronistas, la reacción del Inca fue de sorpresa, curiosidad, indignación y desdén. Atahualpa exigió más precisiones, por lo que recibió de manos de Valverde un breviario, al que revisó minuciosamente. Al no encontrarle significado alguno, el Inca lo tiró al suelo. A una señal, los españoles atacaron al Inca y a su séquito, matando a centenares de indígenas.19 Tras esta matanza de Cajamarca, Atahualpa fue puesto en prisión, donde ofreció llenar una sala con objetos de oro y dos con objetos de plata, a cambio de su libertad, lo que los españoles, codiciosos, aceptaron.20
En 1533, los españoles, desconociendo la promesa de libertad que habían hecho a Atahualpa, lo sometieron a juicio, acusándolo de idolatría, poligamia, incesto, de haber asesinado a su hermano Huáscar y de tramar la muerte de los españoles. De la manera más arbitraria, el Inca fue condenado a la pena de estrangulamiento, que se cumplió en la noche del 26 de julio de 1533, en la plaza de Cajamarca,21 hecho que constituyó un detestable crimen que la misma corona española habría de condenar.

El saqueo de Coricancha (Templo del Sol del Cuzco), por parte de los conquistadores españoles. Cuadro del pintor peruano Teófilo Castillo.
Los españoles y sus aliados indígenas recorrieron el imperio hacia el sur, utilizando los magníficos caminos incaicos, siendo recibidos entusiastamente por los huancas en la ciudad de Jatun Xauxa (Jauja). Tras enfrentarse con éxito a las tropas atahualpistas, arribaron al Cuzco el 14 de noviembre de 1533, ciudad a la que sometieron al pillaje.22 Luego impusieron a Manco Inca (hijo de Huayna Cápac y uno de los pocos sobrevivientes de la matanza perpetrada por los atahualpistas) como nuevo gobernante de un imperio ya desmembrado.23 Esta inicial alianza de Manco Inca y otros nobles cusqueños con los españoles, se entiende debido a que, probablemente, creyeron que estos eran un grupo étnico más llegado desde tierras lejanas y que a la larga los podrían someter cuando ya no los necesitaran. Esta élite no tenía forma de saber que a la larga el juego de favores con estos primeros invasores se les escaparía de las manos con la llegada de más españoles, por la desconfianza que se originaría entre ellos y de su falta de unión frente a una fuerza extranjera.
Efectivamente, Manco Inca no tardó en enfrentarse a los españoles al darse cuenta de la verdadera entraña de estos invasores, muy ávidos de metales preciosos e inclinados a cometer villanías y a faltar la palabra empeñada. Así, en 1536 puso sitio al Cuzco, cercando a un grupo de españoles y sus aliados indígenas, y a la vez envió parte de su ejército, al mando de Titu Yupanqui, a sitiar la recientemente fundada población española de Lima, además de enviar una expedición "de castigo" contra los huancas por su "traición" al imperio. Tras meses de asedio, los españoles y sus aliados rompieron el cerco del Cuzco y tras tomar la fortaleza o templo de Saqsayhuamán recuperaron el control de la ciudad. Los ejércitos del inca que atacaban Lima, también se desbandaron (1538).24
Túpac Amaru I, el último de los incas de Vilcabamba, ejecutado en la Plaza de Armas del Cuzco el 24 de septiembre de 1572.
De todos modos, la rebelión de Manco Inca constituyó una verdadera guerra de reconquista incaica, en la que perecieron unos dos mil españoles y muchos miles de indígenas de uno y otro bando, lo que prueba fehacientemente que la conquista española no había finalizado en Cajamarca en 1533. Hasta mediados del siglo XX, era tópico común sostener que los españoles, pese a su inferioridad numérica, habían triunfado gracias a su superioridad técnica, al uso de las armas de hierro y de los caballos o por el auxilio divino, pero este mito fue desmontado por el historiador peruano Juan José Vega,25 quien resaltó el importante papel cumplido por las etnias dominadas por los incas, como los huancas, los chachapoyas, los cañaris, quienes apoyaron en masa a los conquistadores españoles, siendo en realidad los verdaderos artífices de la victoria española.
Al perder su autoridad y su imperio, Manco Inca se retiró a su reducto de Vilcabamba, en las selvas al norte del Cuzco. Allí, él y sus descendientes, conocidos como los incas de Vilcabamba, resistieron hasta 1572, año en que el último de ellos, Túpac Amaru I, fue finalmente capturado y trasladado al Cuzco, donde fue ejecutado.26
Catástrofe demográfica
Sin embargo, el acontecimiento más importante de estos años es la dramática disminución de la población que se registró en los Andes Centrales. Durante los años de la Conquista y los primeros del régimen colonial, grandes epidemias (enfermedades traídas por los europeos para los que los andinos no tenían defensas naturales) asolaron la población de los Andes. Se cree que el mismo Huayna Cápac (y su primer heredero nombrado, Ninan Cuyuchi, cuya imprevista muerte habría desatado la guerra civil incaica) murieron de viruela. De hecho, los cronistas de la conquista (Cieza de León, por ejemplo, en su recorrido por la costa peruana) registran testimonios de un masivo despoblamiento de los territorios andinos. Algunos cálculos27 sugieren que la población andina habría sido de 9 millones antes de la invasión europea y que 100 años después sólo era de 600 mil habitantes. A ello habría contribuido también una baja en la tasa de natalidad producto de los profundos cambios sociales que caracterizaron la etapa siguiente.
Con Pachacútec (1438-1471) se inició el periodo histórico de los incas, conocido también como el Período Inca Imperial, pues, siguiendo el concepto occidental, al anexarse a muchos pueblos o naciones, el estado Inca se convirtió en Imperio. Por el norte, Pachacútec sometió a los huancas y tarmas, hasta llegar a la zona de los cajamarcas y cañaris, estos últimos en el actual Ecuador. Por el sur sometió a los collas y lupacas, que ocupaban la meseta del altiplano. De otro lado, mejoró la organización del estado, dividiendo el imperio en cuatro regiones o suyos, por lo que fue conocido como el Tahuantinsuyo (cuatros suyos). Asimismo, organizó a los chasquis (correo de postas) e instituyó la obligatoriedad de los tributos.
El hijo y sucesor de Pachacútec, Túpac Yupanqui (1471-1493), ya había actuado como general durante el reinado de su padre, sometiendo al reino Chimú, sofocando la resistencia de los chachapoyas y avanzando por el norte hasta Quito. Ya como monarca, quiso incursionar en la selva (región de los antis), pero una rebelión de los collas lo obligó a desviarse hacia el Collao. Sometió a algunos pueblos del altiplano y del norte argentino. Más al sur, amplió las fronteras del imperio hasta el río Maule en Chile. Incluso, según una versión, habría llegado más al sur, hasta el río Biobío. En el aspecto administrativo, mejoró la recaudación de los tributos y nombró visitadores o gobernadores imperiales (tuqriq), dando así a sus dominios una organización centralizada.

El Inca Pachacútec.
La civilización inca o incaica, pináculo de la civilización andina, floreció entre los siglos XV y XVI. El término «inca», que originalmente significaba «jefe» o «señor» y que era el título dado al monarca (Sapa Inca) y a los nobles de sangre imperial, acabó por designar globalmente al pueblo o etnia que forjó esta gran civilización.
Los incas extendieron su área de dominio en la región andina abarcando grandes porciones territoriales de las actuales repúblicas de Perú, Bolivia y Ecuador, así como partes de Argentina, Chile y Colombia. Tomaron de los diversos pueblos o naciones anexados (unos 200) muchas expresiones culturales y la adaptaron a su realidad estatal, difundiéndolos en todo el territorio de su imperio y dándoles un sentido de unidad cultural. Todo ello pudieron lograrlo gracias a una acertada organización política y administrativa.
La historia de la formación del Imperio Inca ha sido reconstruida con dificultad, ya que los pueblos andinos carecían de una escritura propiamente dicha. Los cronistas españoles recogieron noticias histórico-legendarias, de boca de algunos nobles incas.
Los incas legendarios[editar]
Según una leyenda transmitida por el Inca Garcilaso de la Vega, el fundador de la dinastía inca fue Manco Cápac, que, junto con su esposa Mama Ocllo, salió del lago Titicaca, enviado por su padre el Sol para fundar una ciudad destinada a civilizar y unificar el mundo andino. La pareja real llegó hasta la región del actual Cuzco, donde se hundió una varilla que llevaban consigo, señal que el Sol les daba indicándoles el sitio donde debería realizarse la fundación. Otra leyenda (posiblemente la que más se ajusta a la tradición inca), menciona a Manco Cápac como integrante de un grupo de cuatro hermanos y sus esposas, también de origen solar, que salieron de las ventanas o grutas del cerro Tamputoco, al sudeste del valle de Cuzco. Manco eliminó primero a sus hermanos, tras lo cual se estableció con sus hermanas y algunos parientes en el valle de Cuzco. Sus sucesores consolidaron el dominio inca en el valle (Curacazgo Inca) y empezaron a enfrentarse a los pueblos vecinos: Sinchi Roca, que solo fue un jefe militar o sinchi; Lloque Yupanqui, que llegó a concretar alianzas con distintos pueblos circundantes, iniciando la llamada Confederación Inca; Mayta Cápac, que logró una victoria sobre los alcahuizas; Cápac Yupanqui, que venció a los condesuyos; Inca Roca, que venció a otros pueblos vecinos; y Yahuar Huaca, cuyo gobierno fue breve y sucumbió a manos de los condesuyos; y Viracocha, que salvó al Estado inca logrando triunfar sobre los pueblos hostiles y emprendiendo luego expediciones victoriosas.
La verdad histórica que se desentraña de estos relatos es que los incas habrían sido una etnia (posiblemente quechua), que hacia el siglo XIII d.C. llegaron al valle de Cuzco, procedente de la región adyacente al lago Titicaca (altiplano boliviano). Una teoría postula que los incas serían herederos del antiguo imperio huari. En el valle del Cuzco se habrían mezclado con algunos pueblos y expulsado a otros. En el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cusqueño y paulatinamente extendieron sus territorios, combatiendo a sus enemigos collas (del altiplano, en la actual Bolivia) y chancas (de las actuales regiones de Ayacucho y Apurímac), en unión con sus aliados quechuas.
Siguiendo con el relato legendario, con la muerte de Viracocha se iniciaron las disputas por el trono. El sucesor legítimo fue depuesto por su hermano Cusi Yupanqui, que adoptó el nombre de Pachacútec (el que transforma la tierra) y encabezó la defensa del Cuzco sitiado por los chancas, logrando el triunfo. Este episodio, que ocurrió hacia el año 1438, marcó el inicio del periodo imperial incaico, es decir, el de las grandes conquistas.
Los incas extendieron su área de dominio en la región andina abarcando grandes porciones territoriales de las actuales repúblicas de Perú, Bolivia y Ecuador, así como partes de Argentina, Chile y Colombia. Tomaron de los diversos pueblos o naciones anexados (unos 200) muchas expresiones culturales y la adaptaron a su realidad estatal, difundiéndolos en todo el territorio de su imperio y dándoles un sentido de unidad cultural. Todo ello pudieron lograrlo gracias a una acertada organización política y administrativa.
La historia de la formación del Imperio Inca ha sido reconstruida con dificultad, ya que los pueblos andinos carecían de una escritura propiamente dicha. Los cronistas españoles recogieron noticias histórico-legendarias, de boca de algunos nobles incas.
Los incas legendarios[editar]
Según una leyenda transmitida por el Inca Garcilaso de la Vega, el fundador de la dinastía inca fue Manco Cápac, que, junto con su esposa Mama Ocllo, salió del lago Titicaca, enviado por su padre el Sol para fundar una ciudad destinada a civilizar y unificar el mundo andino. La pareja real llegó hasta la región del actual Cuzco, donde se hundió una varilla que llevaban consigo, señal que el Sol les daba indicándoles el sitio donde debería realizarse la fundación. Otra leyenda (posiblemente la que más se ajusta a la tradición inca), menciona a Manco Cápac como integrante de un grupo de cuatro hermanos y sus esposas, también de origen solar, que salieron de las ventanas o grutas del cerro Tamputoco, al sudeste del valle de Cuzco. Manco eliminó primero a sus hermanos, tras lo cual se estableció con sus hermanas y algunos parientes en el valle de Cuzco. Sus sucesores consolidaron el dominio inca en el valle (Curacazgo Inca) y empezaron a enfrentarse a los pueblos vecinos: Sinchi Roca, que solo fue un jefe militar o sinchi; Lloque Yupanqui, que llegó a concretar alianzas con distintos pueblos circundantes, iniciando la llamada Confederación Inca; Mayta Cápac, que logró una victoria sobre los alcahuizas; Cápac Yupanqui, que venció a los condesuyos; Inca Roca, que venció a otros pueblos vecinos; y Yahuar Huaca, cuyo gobierno fue breve y sucumbió a manos de los condesuyos; y Viracocha, que salvó al Estado inca logrando triunfar sobre los pueblos hostiles y emprendiendo luego expediciones victoriosas.
La verdad histórica que se desentraña de estos relatos es que los incas habrían sido una etnia (posiblemente quechua), que hacia el siglo XIII d.C. llegaron al valle de Cuzco, procedente de la región adyacente al lago Titicaca (altiplano boliviano). Una teoría postula que los incas serían herederos del antiguo imperio huari. En el valle del Cuzco se habrían mezclado con algunos pueblos y expulsado a otros. En el siglo siguiente, lograron imponerse a las poblaciones más cercanas al valle cusqueño y paulatinamente extendieron sus territorios, combatiendo a sus enemigos collas (del altiplano, en la actual Bolivia) y chancas (de las actuales regiones de Ayacucho y Apurímac), en unión con sus aliados quechuas.
Siguiendo con el relato legendario, con la muerte de Viracocha se iniciaron las disputas por el trono. El sucesor legítimo fue depuesto por su hermano Cusi Yupanqui, que adoptó el nombre de Pachacútec (el que transforma la tierra) y encabezó la defensa del Cuzco sitiado por los chancas, logrando el triunfo. Este episodio, que ocurrió hacia el año 1438, marcó el inicio del periodo imperial incaico, es decir, el de las grandes conquistas.
- Intermedio Temprano, entre los siglos II a. C. y VI d. C.

- La cultura moche se desarrolló entre 200 a 700 d.C., en el valle de Moche, y se expandió por los valles del norte del Perú. Fue una sociedad clasista en la que los sacerdotes ejercían un rol importante. En 1987 se descubrió la fastuosa tumba del Señor de Sipán, un gobernante moche del siglo IV d.C., en el valle de Lambayeque. La cerámica moche, escultórica y realista, es considerada como una de las mejores de las culturas precolombinas, destacando los llamados huacos retratos, en los que expresaron los diversos estados de ánimo de una persona. En cuanto a la arquitectura, destacan sus pirámides de adobe conocidas como las Huacas del Sol y de la Luna. Resalta también su orfebrería, de avanzada técnica, como se denota en la joyería desenterrada del Señor de Sipán.
- La cultura nazca se desarrolló básicamente en los valles del actual departamento de Ica, alrededor del siglo I y entró en decadencia en el siglo VII. Su centro estaba ubicado en Cahuachi. Es de destacar su cerámica policromada, decorada con figuras de hombres, animales, plantas, etc., así como su arte textil. Pero lo más impresionante de esta civilización es su red de acueductos, que constituye una verdadera hazaña de su ingeniería hidráulica, así como los trazos gigantescos efectuados en las Pampas de Nazca, conocidos como Líneas de Nazca, cuyo fin aún se discute.
- La cultura recuay se desarrolló en la sierra del actual departamento de Áncash, entre los años 200 d.C. a 600 d.C. Su expresión cultural más llamativa es su litoescultura, destacando los célebres monolitos Recuay, bloques de piedra de forma casi cilíndrica, esculpidos aparentemente para representar a guerreros de rango elevado. Su cerámica representativa la conforman los pacchas, cántaros ceremoniales con la particularidad de ostentar un caño por donde era vertido el líquido del recipiente.2
- La cultura cajamarca tuvo su centro cerca de la actual ciudad de Cajamarca, en la sierra norte del Perú, desarrollándose entre los años 200 a 800 d. C. Tuvo características peculiares, destacando en textilería, metalurgia y cerámica; esta última es muy original y sofisticada. Su ceramio típico es un vaso trípode o con tres patas. Los cajamarcas solían enterrar a sus difuntos en nichos excavados en la roca, conocidos generalmente como “ventanillas”, como las de Otuzco.
- La cultura vicús, se desarrolló en el actual departamento de Piura, al norte del Perú, entre los años 300 a.C. y 500 d.C. Destacaron en metalurgia y orfebrería, llegando a dominar diversas técnicas para fundir y trabajar los metales, como el uso de moldes, el dorado de metales, soldadura, aleación, laminado, recorte y amalgama. Trabajaron especialmente el cobre, el oro y el cobre dorado. Su cerámica se caracteriza por su aspecto macizo y rústico, así como su tendencia realista y naturalista.3
Huaca Pucllana, en el distrito de Miraflores, Lima.
- La cultura lima se desarrolló en los valles de Chillón, Rímac y Lurín, en el actual departamento de Lima, entre los años 100 y 700 d.C. Sus principales centros fueron Maranga (la ciudad de adobitos), la Huaca Pucllana y el santuario de Pachacámac (primera fase); y en su fase final, Cajamarquilla. Su arquitectura se destaca por el uso de pequeños ladrillos de adobes, así como de tapiales, a base de los cuales construyeron elevadas pirámides.4 Para ampliar el terreno agrícola, los lima realizaron en el valle del Rímac obras monumentales de ingeniería hidráulica, cuyos restos se pueden ver hoy día en el río Surco y el canal de Huatica. Su cerámica se divide cronológicamente en dos estilos: el estilo interlocking o Playa Grande, caracterizado por su decoración en forma de pez o serpiente entrelazadas; y el estilo Maranga, con su fase final Nievería, que se caracteriza por estar modelada en diversas formas, con fino acabado y elegante decoración.5

La Portada de Sol, en Tiahuanaco.
Precerámico Tardío
Las mayores expresiones monumentales que destacaron durante los inicios del Formativo, algunos de los cuales se mantuvieron vigentes en la siguiente fase, fueron:
En la segunda mitad del Arcaico, conocido como Arcaico Tardío y que se extiende de 3.000 a 1.800 a.C. se caracteriza principalmente por la aparición la arquitectura monumental con los primeros centros administrativos-ceremoniales o templos. Aparecen organizaciones más complejas de tipo presuntamente teocrático. Los ciclos agrícolas, dominados por sacerdotes astrónomos, debieron dotar a estos de mucho poder.
En Huaca Prieta, en el valle de Chicama, costa norte en La Libertad, se halló el primer textil precerámico del Perú y de América, así como mates pirograbados.
Los primeros templos surgen en la costa central y nor-central; y en la sierra central. Generalmente son pirámides escalonadas, con plazas circulares hundidas, unas veces adheridas al monumento y otras desligadas de él. Hacia el final del periodo aparecerán las primeras construcciones con planta en forma de U.
Los templos o centros administrativos-ceremoniales relevantes de esta etapa son Kotosh, El Áspero, La Galgada, Bandurria, Punkurí, Sechín Bajo, Cerro Sechín, El Paraíso, y, especialmente, Caral.
Hacia el 3200 a. C. surge la civilización Caral en la costa central peruana. Una de sus ciudades más antiguas, Caral, tenía pirámides de piedra, plazas ceremoniales y altares en torno a fuego sagrado, diseños complejos que evidencian un dominio magistral en el uso del espacio. Sus habitantes tocaban música con flautas de dos bocinas.
Desde entonces, a lo largo del territorio peruano se sucedieron una serie de tradiciones culturales que originaron Confederaciones, Reinos e imperios durante casi cuarenta siglos.
Periodo Formativo (1800 a. C. y 200 a. C.)
El periodo Formativo se subdivide a la vez en tres:
- Formativo Inferior (1800 - 1500 a.C.).
- Formativo Medio (1500 - 700 a.C.).
- Formativo Superior (700 - 200 a.C.).
Convencionalmente, se fija el inicio del Formativo con la aparición de la cerámica, evidencias de la cual se han hallado en los siguientes sitios:
- Tutishcainyo, en la selva amazónica (Ucayali), hacia 1900 a 1700 a.C.
- Fase Wairajirca de Kotosh, en la sierra (Huánuco), hacia 1850 a.C.
- Las Haldas, en la costa (Áncash), hacia 1800 a.C., y
- Ancón, en la costa (Lima), en 1600 a.C.

Otros logros significativos de esta época son el cultivo del maíz, la construcción de grandes acueductos, el desarrollo de la textilería y de la orfebrería. En el aspecto político surgen las jefaturas o señoríos que concentran el poder.
Sin embargo, la principal característica de este periodo es la aparición de la arquitectura monumental y de gran envergadura. Los centros ceremoniales suelen abarcar áreas más extensas que las de sus antecesoras del periodo arcaico. Los planos de sus templos o santuarios suelen tener la forma de la letra “U” invertida: una construcción central y dos construcciones en los lados laterales, alrededor de plazas circulares o rectangulares.

- Huaca La Florida, situada en el valle del Rímac (Lima).
- Cardal, que se ubica en el valle de Lurín (Lima).
- Las Haldas, cerca de Casma (Áncash), al borde del Océano Pacífico.
- Pampa de las Llamas-Moxeke, en el valle de Casma. Lo conforman dos monumentos o pirámides: Moxeke y Huaca A (o Huaca de las Llamas).
- Sechín Alto, en Casma, es un complejo enorme, tal vez el más grande del Formativo, con un templo piramidal de plataformas superpuestas como monumento principal.
- Cerro Sechín, entre los ríos Sechín y Casma, cerca del anterior, célebre por sus monolitos de sus fachadas, con representaciones en relieve de sacerdotes-guerreros y cuerpos mutilados (hacia 1500 a.C.).
- Huacaloma, situado en la cuenca del Crisnejo (Cajamarca).
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